Así empezó todo

Eufrosina Rodriguez Trejo con la colaboración de Maddy Vassallo Rodríguez

Santiago Tepetlapa, Morelos, y Tizapán, San Ángel, Cd. de México. Julio de 2013.

UNO

Así empezó todo. Un par de frases sugerentes, en este caso empleadas para nombrar un diálogo entre mujeres entorno al VIH- SIDA. Llegué al Museo de las Intervenciones, era fácil distinguirnos pues cada una llevaba una maleta roja: grande, mediana o pequeña. En ese punto de reunión dio comienzo el diálogo y cada una que iba llegando se sumaba a la plática; cuando creció el número hicimos corrillos. Algunas se conocían de antes. Luego subimos al vehículo que nos trasportaría a Santiago Tepetlapa en Morelos, donde se realizaría el evento durante tres días: viernes 5, sábado 6, y domingo 7 julio de 2013. Sin decir agua va, las organizadoras nos dieron la primera sorpresa, los vehículos en perfectas condiciones, choferes de primera, una bolsita con algo para desayunar y un jugo; nos están considerando como personas dignas de respeto, dije para mí en ese momento.

Después de disfrutar la conversación de las vecinas de asiento, — en el marco de la naturaleza que a ratos nos pasma, nos encanta, nos hace imaginar paraísos perdidos—llegamos a un lugar hermoso desde donde se pueden contemplar las montañas, cerros, bosques, valles y la protagónica vista del Tepozteco; todo estaba pensado para que estuviéramos bien, el  recibimiento,  los cuartos, el comedor y la comida y una amplia y cálida estancia en la que trabajaríamos. Pero había algo más: jacuzzi, una alberca, amplios jardines y mesitas que parecen esperarnos para conversar. Esto lo menciono no por frivolidad, sino por el mensaje que trasmite: Son valiosas y nosotras lo sabemos. Cada vez me iba sintiendo mejor. Y como dice Serrat en su canción, De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas y nos sentimos en buenas manos.

DOS

A contrapelo de las prisas. Nos pidieron que nos instaláramos en nuestras habitaciones,  que descansáramos, que en el comedor había café, té y fruta, esperando por nosotras; luego, a las 12 horas nos reuniríamos para empezar el Cónclave. Me fui a mi cuarto con una taza de buen café, desempaqué lo poco que llevaba y a mi mente vino el recuerdo de  los cuentos de las Mil y una noches.

Llegamos a la sala de trabajo, estaba alfombrado y nos quitamos los zapatos que colocados cerca de la puerta, objetivaban nuestra diversidad. Se presentó el equipo responsable de que todo fuera propicio para el buen desempeño, con espacios para el trabajo, el descanso y el goce. Las Bicentenarias, así se hacen llamar, Yanina, Maricarmen, Pilar y Aurora, nos dieron  a conocer el papel de cada miembro del equipo coordinador. La producción del evento y la actividad de movimiento, Aurora, los talleres Pilar, Yanina Maricarmen y Alejandrina, la acción performática con Mariana y en el equipo de filmación Dalia, Luz y Claudia, porque ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo pero grabarán testimonios e imágenes para el documental, La maleta roja. Ya se me estaba olvidando, también fueron presentadas, del pintor Antonio Ruíz el Corsito, Las Changuitas, nombre con el que la banda de los 40s designaba a sus novias; nos acompañarían obviamente en silencio, porque a pesar de su tamaño natural, son de madera. Cuando llegamos, nos presentaron a  la dueña de la casa Elizabeth y su equipo de cocina y limpieza, comandado por Hilda y tres hombres que poco se les veía, pero que su presencia era notoria por su buen desempeño.

TRES

Todo se mueve. Aurora puso música y sonriente empezó a moverse estirando los brazos, nos levantamos y cogidas de las manos hicimos un círculo, meneándonos acompasadamente. Esa fue la forma de acabar de llegar, recoger pensamientos, inquietudes y pendientes que se nos desbalagan en los viajes. El movimiento con música fue una constante a lo largo de los tres días de trabajo gozoso, recuerdo otro momento, cómo nos ayudó a sentir nuestro cuerpo, a reconocer la manera en que lo habitamos.

Tejiendo fino. Coordinadas por Pilar y Maricarmen, todas las del grupo nos presentamos, parecía que teníamos todo el tiempo del mundo para escucharnos. Daba gusto contemplar la diversidad en edades, ocupaciones, clase social, lugar de residencia,… por esta característica el diálogo prometía ser rico. La siguiente actividad propuesta por Maricarmen fue romper el hielo, pero literalmente, un bloque de hielo. Lo hicimos con alegría, mientras cada una pasaba a romperlo utilizando un picahielos, alguna empezó a mencionar sus expectativas acerca del diálogo, la siguieron las otras, eso nos permitió dar un paso más en el camino del conocimiento entre nosotras. Unas pegaban con cuidado, otras con fuerza, pero de todas iban saliendo palabras promisorias. Se estaba construyendo la confianza entre este agrupamiento de mujeres.

CUATRO

Tirando muros. El movimiento y Aurora en esta ocasión, nos llevaron a preparar el cuerpo para transitar por las emociones y expresarlas.

Pobres changuitas, tan quietas y felices atrapadas en los 40s,  que ni con lo que les hicimos reaccionaron. Y es que Yanina y Maricarmen nos dieron unos papelitos de colores con los que la fuimos llenando, ahí habíamos escrito calificativos y actitudes estigmatizadoras, hacia el cuerpo de las mujeres y en especial las que viven VIH-SIDA. Cuánto peso nos quitamos de encima. Las pobrecitas ni se defendieron. Creo que al verlas tan cargadas, nos dio tristeza, nos contagiaron su mudez. Después de unos segundos comenzó a hablar una mujer contando algún detalle singular en su vida con el VIH, después otra y así por largo rato, yo cada vez sentía que amaba a estas mujeres, las admiraba por fuertes, por la manera en que enfrentan la enfermedad, sus ganas de vivir y la ayuda que prestan a otras. Luego vino un momento difícil, por la intervención de una compañera que narró su depresión, pero una emergente del grupo salvó la situación. Vi tan lejos a las mujeres que compiten, aquí se colabora. Definitivamente sentí que esta era mi parvada. Las changuitas se quedaron con la carga de los estigmas pegados a su cuerpo. Sentí tristeza al verlas, tan contentas que deben haber estado en la casa de Pilar.

Después de recoger objetos del jardín, nos trasladamos al comedor, ahí comenzamos a experimentar sensaciones y abrir el pensamiento con libertad compartida construyendo una pieza con ramitas, hojas, espinos, flores, unos gusanillos muertos, un coleóptero que estaba en agonía con las patitas hacía arriba, pedacillos de madera; logramos cuatro piezas donde sintetizamos nuestros miedos, la insatisfacción de necesidades vitales en gran parte  por la estigmatización social, con esto en mente revisamos estigmas y prejuicios en torno al papel de las mujeres y especialmente a las que viven con VIH-SIDA. Se trató de abrir las puertas a la esperanza. Muchas emociones pedían a gritos ser expresadas, así que el goce estético y la creatividad nos cayeron como agüita de mayo. Las patitas feas habían encontrado a su parvada de cisnes. Como ya sabrán, aplaudimos a Maricarmen y Yanina que nos condujeron en esta ocasión. Los papelitos con los que antes cubrimos a las changuitas, fueron desapareciendo. Alguien contó que vio cómo mientras trabajamos se fueron lentamente evaporando.

Otra manera de contar la historia. Esa noche nos esperaba otra sorpresa en el comedor, Pilar nos recibió con una sonrisa tan amplia que  le hacía cerrar los ojos prometiendo contar la historia de La Maleta Roja. Y comenzó con su peculiar estilo a hablar de cómo un día en que se reunieron las compañeras del proyecto El sexo oculto del dinero. Alguna comentó de una empresa tuppersex llamada La maleta roja.

—Así que cuando comenzamos las pláticas con Axela y Alejandrina de SIPAM y nos dijeron que querían un taller lúdico, divertido, para mujeres que viven con el VIH pensamos en una maleta con sorpresas eróticas-sensuales. El taller se llamó Mucho gusto —dijo Pilar.

Las del equipo pidieron prestada una maleta a Maricarmen, de ahí tuvieron y tuvimos  nuestra maleta roja. Como sé que ellas viajan de acá para allá, no me sorprendió que en el Consorcio Oaxaca les pidiera algo similar y allá fueron con juguetes y sorpresas navideñas. La maleta siguió su destino y sale a relucir en una experiencia amorosa en la que estuvo, involucrada. Con esto, la maleta confirmó que su destino era  mostrar posibles liturgias y rituales para el placer y el bienestar. Para qué contarles que cada uno de estos momentos históricos de la maleta estuvo acompañado de una presentación en power Point. Le aplaudimos a Pilar y sus cuatro historias de Maleta Roja. Estamos por construir la quinta historia.

—Saco mi maleta y nuevamente la abro y las invito a deleitarnos de olores y sabores —dijo Pilar.

A esas horas más de alguna estaba ansiosa por golosear lo que habíamos visto desde que entramos esa noche al comedor y es que lucía una mesa con alimentos considerados como afrodisiacos, nos invitaron a recorrer el buffet y atendernos, teniendo cuidado de comer despacio, saboreando lentamente. El disfrute no se hizo esperar, el jengibre que aromatizaba la mesa, me hizo recordar los frutos de la tierra, la fuerza del sur a la que, como yo,  su planta siempre mira. Mis ojos recorrieron la mesa, era una fiesta de color y belleza, una invitación al disfrute gastronómico a veces olvidado por la prisa de la vida moderna. Me decidí por los mejillones y un poco de aguacate, luego por una nuez con chocolate, después por el dulce de pasas y arándanos. En fin que en nuestra propia actividad nutridora, nos adentramos en olores, sabores y resplandores coloridos… [e imagino que]  en ese caminar nos damos a las otras y en contacto con aquél, el otro, o con los deseos del cuerpo que nos empujan hacia placeres insospechados.”

Para Marta el placer lo concentró en:  Tres bocados

Sobre la roja e  inmaculada piel de una fresa resbalan ardientes y oscuras gotas de chocolate, chorreando a su pálido interior de una dulzura espesa.

Abierta, despojada de su concha, la carne salada del mejillón se ofrece a los labios y la lengua que espera excitada el salobre gusto de aquel fruto.

Salpicada de gotas negras, erguida fresca y rojísima espera, la tajada de sandía el sediento y voraz mordisco.

Un buffet para el placer, la imaginación y el erotismo, sigue llenando nuestra maleta roja. Afuera hay barruntos de lluvia.

CINCO

El disfrute de una tradición. Nuestro temazcal fue un gusto para algunas, para otras un reto o un misterio. Los comentarios iban desde aquellas que se sentían renacidas, curadas de sus males del cuerpo y del espíritu, o bien la que se había envuelto en una sensación mística, antigua y profunda, incomprensible para la razón pero no para el cuerpo y el espíritu. Dos o tres optaron por no entrar, ni modo se perdieron la experiencia. Afuera llueve y yo me voy a la cama cantando. [De vez en cuando la vida] se hace de nuestra medida, toma nuestro paso y saca un conejo.

Un nudo gordiano. Otra vez a jugar, el juego se parece tanto a la vida, es más, el juego es su expresión gozosa. Hicimos un círculo entrecruzando listones, hasta formar una red. Cada listón significa algo distinto: familia, pareja, trabajo, escuela, amistades, obstáculos, elecciones… Cada una participó con su sello: entusiasmo obsesivo, parálisis, confusión, inseguridad, arrojo… Nos quedó un nudo, qué para qué les cuento, gordiano, multicolor, con forma de vulva. Luego analizamos la metáfora de este juego, salieron hilos que conducían a entender el nudo como metáfora de lo social y de cómo funcionan los mandatos familiares y sociales. Estuvo muy lindo, enriquecedor y a veces trágico. Decidimos que no podíamos deshacerlo pero si tenerlo presente en nuestra vida; lo pondríamos al otro día en el arbolito de la vida. ¿Ya les dije que ofrece su sombra en el jardín cercano a la sala de trabajo?

Otra vez, el movimiento. Habíamos transitado por la emoción cuando frenamos y volvimos a la armadura que ofrece lo racional al irnos por las ramas en el asunto. Era necesario reencontrar nuestras emociones y el movimiento lo hizo posible. Aplaudimos a para dar la bienvenida a la ronda en la que compartimos las vivencias y reflexiones que el ejercicio del nudo hizo aflorar. Para cerrar con broche de oro, Elizabeth, la dominicana nuestra, nos dio un mini taller de baile regional (de la región pubocoxígea), muy liberador.

Tres objetos Está coordinando Alejandrina, nos ha pedido que llevemos tres objetos que meteríamos en la maleta de un viaje de placer. Por lo menos eso entendimos la mayoría. Con alegría fuimos mencionando a la vez que mostrábamos nuestros objetos. Fue muy divertido conocer nuestros atributos diversos y peculiares, y saber quiénes somos Alejandrina escribió un lindo texto del que burdamente entresaco: Mujeres vivas, reales, cotidianas. Muujeres que han hecho frente a la violencia, a la ignorancia, al estigma, al desamor, a la enfermedad, al VIH.

Claudia, Luz y Dalia, montaron un set y nos tomaron una foto de estudio, con nuestros objetos y la verdad estoy ansiosa por verlas. A lo largo del evento, en los espacios para la reflexión, al aire libre, en el comedor… Guille tomaba fotos y más fotos, en silencio, tratando de pasar desapercibida, solamente de cuando en cuando nos sonreía o saludaba cariñosa.

El performance. Preparación. Mariana nos llevó por los caminos del performance, ahí nos tiene camina que camina en diferentes direcciones hasta tomar conciencia de nuestro cuerpo y el espacio que ocupa, más caminata, tomamos una posición que involucra una acción, para después involucrar a la maleta roja, ¿pasajeras en una terminal? A mí me quedó claro que era mi maleta. Un momento de actuar entre dos o tres con las maletas, eran nuestras maletas. Nuestros cuerpos se movían al ritmo que nos marcaba la música, lo que incluía pausas en las que parábamos y nos quedábamos quietas.

Una vez más me compadecí de las changuitas pero yo no sabía que estaba a punto de que le quitaran esa monserga de los estigmas para ser condecoradas con el listón rojo, símbolo de la lucha contra el SIDA, del lado del corazón. De vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla. Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena.

SEIS

¿Será como nacer? Nos metimos al jacuzzi, la calidez del agua contenida remitiéndonos al vientre materno, el chorro central del agua recordándonos el transcurrir de la vida, los pies alrededor del chorro era la misma flor de poesía, por ratitos guardábamos silencio como queriendo retener ese momento de felicidad, luego se contaban chistes y la risa bailaba sobre el agua acariciando el cuerpo. De ahí algunas saltaban a la alberca de agua fría. Las demás aplaudían. ¿Será como nacer?

Alrededor de una fogata. Aún no llueve, hace un poco de frio, nos hemos ido acercando alrededor de la fogata donde permanecen algunas mujeres festejando con cantos y risas. Yo que me senté frente a ellas, puedo verlas a través de las llamas que les da una apariencia irreal, festejan cerca de nosotras. Dos del grupo cantan de maravilla, las demás solamente las seguimos, se dan complacencias, canciones inconclusas, y algunas como los solos en el sentido estético, muy bien logradas, pero cuando cantamos todas la emoción nos hermana y ya no se distingue si alguna desentona. Cerca de la fogata hay una mesa con tortas y fruta a la que golosas nos acercamos de vez en cuando. Cuando empieza a chispear nos acordamos que hay otra actividad, el baile, cumbia colombiana, sones cubanos, Pink Floyd… Las mujeres fuimos tomando vuelo, recordando los estigmas con los que nos señalan. Brotaba la alegría cuantas veces tapeada con ignorancia, desamor, violencia, enfermedad y VIH-Sida. Nuestra venganza por los estigmas y prejuicios es ser felices.

De vez en cuando la vida afina con el pincel, se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla.

SIETE

El listón rojo, rojo. Con alegría nos dejamos colocar el listón rojo y no contentas con eso, salimos a colgar más listones a un limonero del jardín, a nuestro árbol de la vida. También bajo su sombra se leyó la Declaratoria del cónclave HABEMUS MUJERES. De lo que solamente me quedó una duda ¿cómo le hicieron para incorporar todos los testimonios, comentarios, reclamos que hicimos en el encuentro y  redactar semejante declaración! Se aprobó con una ovación.

Pero esto no paró ahí, salimos con nuestras mejores galas, el listón rojo, una maleta roja y la decisión alegre de mostrarnos en un espacio público para gritar aquí estamos, para dar y repartir desde el amor y el autocuidado. Arrastrando nuestra maleta roja, cruzamos un antiguo puente, ¿el de los estigmas y la intolerancia?, convencidas que nadie ni nada puede ejercer poder sobre los deseos y sueños de nuestros corazones.

De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo.

OCHO

La despedida del domingo. Con Aurora hicimos una caracola de abrazos, que sirvió para empezar el ritual de reconocernos, apapacharnos, felicitarnos, y decir qué nos significó el HABEMUS MUJERES, brevemente lo resumo: un evento amoroso, valiente y aguerrido que tejió lazos y que como bien dijo una compañera, le ayudó a romper dos prejuicios: el miedo a las feministas y a las personas que viven con VIH. O recordar que casi al principio del evento una compañera expresó llorando que la vida no valía nada y que a veces tenía malos pensamientos. Cuando la oí sentí miedo y reconocí la voz de la muerte como única esperanza, ahora en el momento de la despedida había recuperado la fe en la vida y en el amor, tenía ganas de luchar, habíamos visto ejemplos de cómo la adversidad también puede llevarte a ser mejor persona, a cuidarte, a ver por otras, a saberte valiosa… Todas portábamos el listón rojo con orgullo. Teresa Zacarías nos despidió diciendo:

Domingo, soy feliz entre tanta mujer valiente, solidaria y que se ha enfrentado al sistema de una manera inteligente, íntegra. No es fácil ser una misma.

Aurora con una flor roja en la oreja y su vestido morado, parece una diosa, con esa sonrisa infinita. No importan las tretas que a veces le juega su cuerpo, ella, por ningún motivo deja de sonreír. ¡Es tan querible!

Pilar, La China, con esa irreverencia tan natural, dirigiéndonos, dándonos luces, robándonos carcajadas y siempre, siempre, encontrando el lado risible y profundo de las cosas.

Las cineastas Claudia, Dalia, Luz ¡qué cineastas! Ya son nuestras. Su juventud, su entusiasmo descarado, su complicidad casi ingenua, han sido la cereza del pastel. ¿Quién dice que los jóvenes son apáticos y frívolos? Ellas son todo lo contrario, además de talentosas. De pronto, ya no se sabe si están grabando o si son parte del diálogo.

Elizabeth, ¡qué descubrimiento! Toda ella es una sonrisa irreverente. No para de jugar, es como una niña malcriada, y  sin embargo, no te das cuenta cuando ya entró en tu corazón y no han pasado ni cinco minutos de haberla conocido.

Eufro, ¡ay Eufro! Tan sencilla como imprescindible. ¿Qué haríamos sin ti? Eres “la” referencia.

Todas, cada una de las que tengo a mi alrededor, Rocío, Roselia, Linda, Ale, Alejandrina, Axela, Argelia y su son, Guille y su cámara, Mariana coreógrafa de viajeras. Gloria tapatía, Rosi, Tania, Anabel, Sari el contingente morelense, el dúo de Lupita la más joven y Carolina la mayor, Marta, Maricarmen y Yanina tan diferentes y a la vez con tantas similitudes entre nosotras. Nos unen demasiadas cosas, pero tal vez una de las más notables: la búsqueda permanente, y tal vez… tal vez, muchas respuestas sin preguntas.

Colores…todos

Sabores…todos

Tamaños…todos

Risas…todas

Dolores…muchos

Pero todas llegamos en la maleta roja para emprender de nuevo un viaje de regreso al origen: NOSOTRAS.

Santiago Tepetlapa, Morelos, y Tizapán, San Ángel, Cd. de México. Julio de 2013.

Eufrosina Rodriguez Trejo con la colaboración de Maddy Vassallo Rodríguez